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“ La tierra está amenazada, la oscuridad con sus murciélagos puede caer sobre nosotros y el tigre azul quiere devorarnos " Bartolomé Meliá, ​La tierra sin mal de los guaraníes.    

 

Ierba es un proyecto colaborativo realizado por Maia Chozas y Jimena Peck. A través de collages digitales, fotografías y antotipias, esta serie explora la relación entre el origen de la Yerba Mate y su herencia cultural, rastreando datos de su historia y reivindicando elementos de la cosmología indígena Guaraní.

 

Creadas en el contexto de la pandemia, estas obras surgen de la necesidad de crear nuevas conexiones, ampliando nuestros confines a una creación colectiva, en donde múltiples miradas transforman una historia.

 

Desde un posicionamiento socio-crítico, este trabajo invita a hacer memoria sobre esta planta tan arraigada en la cultura Rioplatense, de cuyas raíces tan poco se (re)conoce.

La provincia de Misiones, junto con algunas áreas en Paraguay y Brasil, han sido la tierra de la planta llamada científicamente ​Ilex Paraguariensis​, el arbusto que produce la yerba Mate y que las comunidades nativas llaman Caá Por.

 

Esta especie vegetal fue cultivada por las comunidades originarias Guaraníes y Tupíes, quienes las utilizaban especialmente para rituales religiosos. A fines del siglo XVI, con el objetivo de colonizar y evangelizar, comunidades jesuíticas se establecieron en esta área de lo que hoy se conoce como la provincia de Misiones, República Argentina. Los guaraníes se vieron obligados a insertarse en un modo de producción de tipo colonial y de semi esclavitud.     

 

Los jesuitas aprendieron de los nativos las virtudes de la yerba mate, y vieron en esta actividad una potencial fuente de ingresos económicos. De esta manera, una práctica que solía relacionarse con actividades rituales, se convirtió en una actividad de explotación y comercialización. 

 

El colonialismo (y poscolonialismo) destierra a los pueblos originarios en un sentido amplio; Por un lado,  invisibilizándolos, precarizándolos, y/o desapareciéndolos. Al mismo tiempo, se produce una des-territorialización que opera de la siguiente manera: el sujeto se vuelve ajeno a su origen, a su tierra. Crea límites, cosifica su entorno,  jerarquiza especies y se eleva por sobre todo a su alrededor. Sus huellas van dejando seco el paisaje mientras avanza. 

 

La cosmovisión guaraní se basa en la creencia de una relación simbiótica entre los seres humanos y la tierra. Esto refleja su anhelo constante por querer preservar el equilibrio terrestre. La costumbre de la yerba mate, es tan solo uno de los símbolos que representan la fusión de los seres con la naturaleza y con el cosmos. 

 

Creemos necesario parar el tiempo, y observar aquellos pueblos que han quedado sobre la banquina de las rutas del hombre blanco. Pueblos que han sabido otros modos de convivir y ser uno con su entorno. Creemos necesario difuminar límites, y hundirnos en el barro como ejercicio de la memoria. 

La crisis global contemporánea hace que la recuperación de los valores esenciales de la cosmovisión guaraní resulte imprescindible para la reivindicación de las identidades indígenas y coincide con nuestra búsqueda en pos de una sociedad más libre, inclusiva y sustentable. 

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